mi corazón tiene mucho de verde, amarillo y azul

Puedo decirlo abierta y sinceramente, mi corazón tiene mucho de este país limítrofe al que están atados mis mejores recuerdos de placer y afectos.

Brasil tiene tanta belleza, en tantos aspectos. Si tengo que elegir, me quedo con su belleza natural, con la personalidad de su gente y con sus sabores y aromas, que asocio a la cachaça, a la sal marina, al bronceador, al choclo y al queso caliente. Su música típica, siempre invitándote a moverte y sacarte de todo resquicio de tristeza o desgano. Esas lluvias tan pasajeras, que nunca frustran ningún plan, porque ni bien llegan, así se van y es casi como una bendición recibida.

Seguramente Brasil es muchas cosas más, pero a mí me llegan esas, son las que pude vivir siempre y las que me hacen tener ganas de volver y volver y volver.

Este año estuvimos en la isla de Florianópolis, en un poblado que se llama Río Tavares, y que está muy próximo a Campeche (un poco más conocido), de hecho sus playas forman una misma bahía, unida más arriba también a Joaquina. No conocíamos esta parte más al sur de la ísla. Parte un poco más agreste y menos popular y sumamente hermosa.

También pudimos conocer otras playas menos visitadas, como Pantano do Sul y Riverao da Ilha, lugares llenos de encantos, ideales para fotear y descubrir esta zona de «pescadores» nativos de la isla.

Les dejo esta sola foto, pero prometo brevemente subir más en la sección «Viajes», para compartir mejor todo este viaje y todas estas sensaciones bien brazucas 🙂

Deja un comentario